Muchas veces, cuando nos planteamos la relación con nuestros equipos de trabajo, con nuestros compañeros de trabajo, confundimos términos, o al menos yo lo entiendo así. La distinción entre compañeros de trabajo y amigos no siempre es clara, pero es crucial para mantener una perspectiva beneficiosa en el ámbito laboral.
Cuando los equipos están cohesionados y funcionan bien, el trabajo y las relaciones personales fluyen en un ambiente generado de una manera bastante aleatoria. Aquí es donde quiero empezar mi reflexión de hoy: cuando el vínculo que generó la formación de ese equipo se rompe o desaparece, en la mayoría de las ocasiones, esa relación se extingue. Esta situación no es necesariamente negativa, simplemente refleja la naturaleza temporal de ciertos lazos laborales.
El concepto “compañero de trabajo” es una figura muy potente que me parece importantísima, porque lo que hace es crear un entorno, un buen ambiente, en el que el principal objetivo es ser óptimamente productivo. Un buen compañero de trabajo contribuye al bienestar del equipo, facilita la colaboración y mejora la eficiencia laboral. Sin embargo, la camaradería laboral no debe confundirse con la amistad.
A menudo me preguntan en mis sesiones de coaching o de formación, si es posible tener amigos en el trabajo. Yo soy categórico en esto: claro que es posible forjar amistades en el trabajo, pero no todos los compañeros de trabajo son o serán amigos. No todas las personas de las que nos rodeamos asiduamente en el contexto laboral tienen la calificación de amistad. La amistad verdadera trasciende el entorno laboral y se expande a lo personal, implicando una unión más profunda y duradera.
No hay que confundir esto con que no exista una relación excelente que se disfruta día a día en el trabajo. Esta relación es la facilitada por el propio vínculo. Pero la relación de amistad va un poco más allá. Sobrepasa el ámbito laboral involucrando un compromiso emocional más significativo y una conexión que perdura fuera del contexto del trabajo.
A lo largo de mi vida laboral he gestionado muchísimos equipos de trabajo y he disfrutado de numerosos vínculos. He conocido innumerables compañeros, magníficos en el trato, con los que he disfrutado de una buena relación, con los que he conectado en la primera entrevista, con los que he pasado épocas que han sido maravillosas. Nos hemos divertido y trabajado fantásticamente, pero no han llegado a entrar en el círculo de la amistad.
O, entendieron un día que lo habían alcanzado, pero el tiempo ha demostrado que no es así. Las relaciones comienzan a enfriarse, las llamadas cesan y los contactos se apagan. No hay que buscar culpables ni profundos motivos. El principal, a mi entender, es que el vínculo laboral ha desaparecido y, como no había detrás algo más que sustentara esa relación, esta acaba quebrándose.
¿Esto es malo? ¿No ha existido sinceridad entre las personas? ¿Lo que se vivió juntos no fue veraz? Mi respuesta es un rotundo no a estas tres preguntas. Cuando estás en un ámbito laboral, el ambiente tiene que ser extraordinario. Debe ser propicio para estar cómodo, para acudir con satisfacción al trabajo, para ser creativo en el propio desempeño, en definitiva, para ser productivo. Un entorno positivo y de apoyo es esencial para la satisfacción laboral y el rendimiento óptimo.
¿De aquí se pueden generar relaciones personales? Perfectamente. ¿Esto significa que esas relaciones personales permanecen eternamente en el tiempo? Ahí es donde ya discrepo. Algunas sí que te acompañan y se instalan en la zona más personal de tu vida; otras, en cambio, no sobreviven a la prueba del paso del tiempo. Las personas que eran compañeras de trabajo, compañeras en ese vínculo, se van quedando a un lado. Esto no es ni malo ni bueno, simplemente es una realidad. El fin de una relación laboral no invalida las experiencias compartidas ni las contribuciones realizadas. Al aceptar esta realidad, podemos apreciar las relaciones laborales por lo que son, sin expectativas irreales de que deban convertirse en algo más.
Generemos buenos vínculos y disfrutémoslos, la evolución hacia algo más llegará más tarde, si es que debe producirse, mientras tanto fomentemos óptimos entornos de trabajo que propicien la cohesión día a día.
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